El Hambre es Problema de Especulación, no de Producción o Escasez
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En la actualidad mil millones de personas en el mundo tienen el “estómago
vacío” debido a la crisis alimentaria
*En
el fondo está la erosión histórica de la sociedad y la naturaleza por un
sistema económicamente expoliador, socialmente injusto y tecnológicamente
insostenible
En
la actualidad mil millones de personas en el mundo tienen el “estómago vacío”
debido a la crisis alimentaria que es un eufemismo del hambre, flagelo que la
modernidad prometió desterrar, nunca erradicó y que en el tercer milenio
amenaza con incrementar la cifra, asegura Armando Bartra, profesor-investigador
de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en su libro Hambre y Carnaval.
Dos miradas a la crisis de la modernidad.
En
el libro –coeditado por la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la
Unidad Xochimilco de la UAM y MC editores– el autor sostiene que esta crisis es
resultado del impulso a la agricultura industrial que se fortaleció a mediados
del siglo XX con el paquete tecnológico de la revolución verde.
La
actual producción agrícola industrial causa severos y crecientes daños
ambientales, que para preservar los ecosistemas sólo puede sustituirse por
otras tecnologías para no enfrentar una abrupta caída en las cosechas que
agravaría la escasez, comenta.
En
el fondo de la crisis alimentaria, enfatiza, está la erosión histórica de la
sociedad y la naturaleza por un sistema no sólo económicamente expoliador y
socialmente injusto, sino tecnológicamente insostenible.
“Estamos
entrampados y no saldremos del atolladero alimentario sólo por una vía
posneoliberal y frenando los abusos, sino que además hay que abordar las
cuestiones agropecuarias con paradigmas, técnicos y económicos
poscapitalistas”, puntualizó.
Armando
Bartra apunta que en el arranque de la crisis alimentaria en 2008, la
transnacional Cargill incrementó sus rendimientos 86 por ciento, Monsanto 44
por ciento y Syngenta 26 por ciento. Según la Eurocámara la especulación es
responsable del 50 por ciento del incremento de los precios.
El
problema, señala, es que se considera que esencialmente es un problema de
especulación y no de producción y escasez. No obstante hay otros factores que
impactan en la oferta y presionan la demanda como el cambio climático que
detonó pérdidas agropecuarias en Australia en 2008 y en Rusia en 2010.
En
los últimos años una parte creciente de cosechas, tierras y aguas se destina a
la producción de agrocombustibles en la que se emplea 20 por ciento de toda la
caña de azúcar, 15 por ciento de la producción global de maíz y 40 por ciento
de la producción estadounidense.
Además,
afirma, se ha estancado la producción cerealera mundial y hoy comienza a
disminuir, el abrumador empleo de fertilizantes ha impactado en los costos
agrícolas, los precios en traslados y transformaciones de las agroindustrias y
las políticas neoliberales llevaron a que muchos países periféricos
desmantelaran su producción de alimentos para mercado interno y ahora son
importadores netos.
El
autor subraya que las causas están tan interconectadas que no puede
cuantificarse la importancia de cada una: cambio climático, declive de
productividad agrícola, competencia por el uso de la tierra, forraje para la
ganadería, los biocombustibles y la
especulación en los mercados de futuros.
Armando
Bartra asegura que la debilidad del enfoque que se centra en la especulación es
que se presenta un falso panorama de abundancia alimentaria con una producción
agrícola creciente a prueba de todo, y hacer un diagnóstico bajo esta
perspectiva es peligroso porque sustenta presuntas soluciones unilaterales y
sesgadas al problema central de la insostenibilidad agraria del capitalismo.
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