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jueves, 17 de enero de 2013

Las matemáticas, una herramienta útil pero desperdiciada

Un país que aspira a desarrollar tecnología debe fortalecer las ciencias básicas y la formación de profesionales de la matemática: Sánchez Valenzuela
A pesar de su utilidad, en México aún tenemos que justificar su importancia, incluso para cubrir y atender las necesidades más elementales, afirma

  En 2009, el brote de influenza provocado por del virus A-H1N1 tomó por sorpresa no sólo a México sino al mundo entero. La pandemia fue controlada meses más tarde, pero debido a que en ese momento no se podía determinar en dónde ni cuándo ocurriría un rebrote, una de las estrategias desarrolladas para predecir su avance en el territorio nacional fue la creación de modelos matemáticos con la finalidad de contar con un monitoreo en red de los casos detectados, así lo informaban algunos diarios en el país.
  Este caso ilustra la utilidad de las matemáticas para resolver problemas, las soluciones “ayudan a los tomadores de decisiones a aplicar políticas, a tomar medidas, o a corregir rumbos de una manera científicamente respaldada y tan verídica o confiable como resulte la calidad de la información o los datos empleados para implementar el modelo o simulación correspondiente”, apunta Adolfo Sánchez Valenzuela –investigador del Centro de Investigación en Matemáticas A.C., en el número más reciente de la revista Ciencia, de la Academia Mexicana de Ciencias.

  Las matemáticas están y las utilizamos en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida, están detrás de todo lo que vemos, tenemos y hacemos en el día a día, “a pesar de que el grueso de la población no tenga una conciencia clara de ello”.  

Sin embargo, en su artículo titulado: “Las matemáticas están en todas partes”, Sánchez lamenta que en México aún se deba justificar la importancia y la pertinencia de una mejor capacitación para utilizar efectivamente esta ciencia, “ya no digamos de invertir en grandes proyectos, sino de cubrir y atender las necesidades más elementales”.
  Mediante esta poderosa herramienta, es posible, por ejemplo, pronosticar cómo se diseminará una enfermedad como la influenza; cuál será la producción de un grupo de yacimientos petroleros o predecir los movimientos y el comportamiento de los mercados, ejemplifica Sánchez. Es más, “se pueden estructurar modelos o anticipar resultados, con grandes márgenes de confiabilidad, para tomar decisiones urgentes o ahorrar costos, aun cuando no se cuente con suficiente evidencia empírica”.
El excoordinador de la Sección de Matemáticas de la AMC, sostiene que la planta de investigación en este campo aún es pequeña, en particular el número de matemáticos activos en investigación o en aplicaciones tecnológicas; “hay menos de mil matemáticos acreditados por el Sistema Nacional de Investigadores, lo cual contrasta enormemente con los mil doctores que se gradúan al año en Estados Unidos en matemáticas puras o aplicadas”.

La formación de recursos humanos es precaria pues, por ejemplo, el número estimado de estudiantes que obtuvieron el grado de doctor en matemáticas en el año 2004 fue de entre 20 y 25, por lo que este dato arroja una tasa de producción de doctores en matemáticas en el país de entre el 5% y el 6%.

  Sánchez Valenzuela advierte que un país que aspira a desarrollar tecnología que resuelva problemas y que mejore la vida de sus ciudadanos “debe prestar atención al fortalecimiento de las ciencias básicas y a la formación de profesionales de la matemática”.
  De tal manera que para corregir la situación en la que se encuentra esta ciencia en el país, “resulta elemental contar con una política inteligente y congruente. El gran reto es no dejar pasar más tiempo y atender esta urgente demanda con determinación y primerísima prioridad”, asegura.
 

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